El colapso de la república bolivariana es la crónica de un desastre anunciado; anunciado desde el mismo momento en el que el precio del petróleo comenzó a pinchar. No en vano, el Estado venezolano se había convertido, desde la misma época de Chávez, en una maquinaria clientelar dedicada a repartir entre la población las rentas obtenidas mediante la exportación del crudo.