Jim DeMint dio comienzo a su primer día como presidente de la Fundación Heritage con una carta celebrando del espíritu americano y lamentando el daño causado a nuestro carácter nacional por el Estado del Bienestar ilimitado promovido por la izquierda: “Las normativas progresistas han destruido familias y comunidades y han creado una enorme dependencia del gobierno. Volver a cohesionar a nuestra sociedad exigirá una ardua labor”.
Los americanos que luchan en defensa del matrimonio en Estados Unidos tienen mucho que aprender de los franceses. El movimiento promatrimonio francés ha obligado a un debate nacional sobre la redefinición del matrimonio. Ha cambiado la opinión pública sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo: la mayoría se opone ahora al mismo. Y ha creado un respaldo del público en general y ha atraído a muchas personas que no son ni conservadoras ni religiosas.
A la hora de explicar cómo sus normativas ayudarían a las personas pobres y desfavorecidas, puede que los conservadores se parezcan demasiado a un equipo de fútbol americano que va directo hasta la línea de una yarda y justo entonces se arrodilla. Sus pétreos principios y normativas los impulsan, pero no dan el último pasito extra y explican cómo esas normativas ayudarían a todos los americanos, especialmente a aquellos que han tocado fondo y que son los que más necesitan que les echen una mano y les ofrezcan una salida.
Las tareas son algo aburrido. Basta preguntarle a cualquier niño: ¿Preferirías quedarte pegado a una mesa haciendo largas divisiones o jugar a los videojuegos con tus amigos? Pero ni siquiera los niños –a los que les encanta quejarse a sus padres sobre lo que es justo y lo que no– irían tan lejos como para decir que tener que hacer la tarea es injusto. Así que deje que lo diga un adulto. Pero no cualquier adulto, sino el presidente de Francia, François Hollande.
El patético primer aniversario de Ocupar Wall Street de la semana pasada confirmó que, de hecho, los antiguos informes sobre la muerte del movimiento no habían sido exagerados. Así que ¿por qué seguimos manteniéndolo vivo al hablar incesantemente de la desigualdad de ingresos en lugar de centrarnos en lo que realmente importa: oportunidad y poder escalar socialmente?