Los Fundadores no querían que los estados, los intereses o las industrias usaran la asamblea legislativa nacional para gravar a otros estados, intereses o industrias de manera injusta. Por tanto, la Constitución crea ciertas limitaciones para los impuestos directos e indirectos: Los impuestos indirectos están sujetos a la Cláusula de Uniformidad y los impuestos directos están sujetos a la proporcionalidad.
Julia no es la mujer americana ideal. Julia no es la mujer americana independiente que todos saben que Estados Unidos tiene. Las mujeres americanas fueron las primeras en la historia de la humanidad en ejercer el derecho al voto (en Nueva Jersey en 1797). Alexis de Tocqueville en Democracia en América elogió a Estados Unidos por sus mujeres. Tocqueville, a diferencia de las jóvenes aristócratas de su época, afirmaba que la joven americana “piensa por sí misma [y] habla libremente”. Su familia la equipa con la razón. Ella es una mujer que se autogobierna, capaz de identificar el vicio, la virtud y la oportunidad. Ella pertenece a una familia, a una iglesia y a asociaciones privadas.
No hace falta un pedazo de mármol para recordar a James Madison. En su lugar, tenemos la Constitución que creó la estructura para una libertad ordenada y más de 200 años de gobierno republicano estable y pacífico. Tenemos la Carta de Derechos que señala las libertades individuales específicas que todos los americanos poseen, especialmente el derecho a la libertad religiosa. Y, lo que es más importante, tenemos su legado aceca de cómo defender este documento.
Hoy en día, muchas personas piensan que la igualdad de derechos no es suficiente y exigen igualdad de resultados. Ellos ven las desigualdades, ya sea en ingresos o nivel educativo, como signo de injusticia. Tales afirmaciones son erróneas. Como todos somos diferentes, las desigualdades son el resultado natural de vivir en una sociedad libre.