Al menos conocemos sus nombres. El suplicio de Meriam Yahia Irahim Ishag en Sudán y de Saeed Abedini en Irán, perseguidos a causa de su fe cristiana, se ha vuelto tristemente célebre en todo el planeta. Pero muchos otros sufren por sus creencias religiosas sin que se sepan sus nombres y demasiado a menudo pasan desapercibidos para el resto del mundo. A medida que la indignación internacional crece en torno a Ishag y Abedini, deberíamos centrar nuestra atención en garantizar su libertad individual así como la protección legal de la libertad religiosa de todos. Más