Si el pasado es prólogo, la obsesión actual con el gasto deficitario keynesiano como estímulo desaparecerá, como siempre lo ha hecho en el pasado, tanto en este país como en otros lugares. Tal vez este sencillo artículo del Washington Post marque el comienzo del fin de la más reciente encarnación de este disparate fiscal.
¿Y en que consiste este ideario progresista? Básicamente en la idea de la redistribución permanente y sin límites de los bienes naturales. Todos sus otros atributos en definitiva se reducen a eso. Lo que el redistribucionismo pretende es la igualdad de resultados, independientemente de las potencialidades y de los esfuerzos de cada persona.