El peligro es que esta intervención se convierta en un precedente, dando legitimidad a los rescates como herramienta estándar de política económica. Semejante resultado sería desastroso no solo para el bolsillo de los contribuyentes sino para la economía en su conjunto, ya que compañías enteras (e inversionistas) eludirían las consecuencias de sus propias decisiones.