En gran medida la visión favorable de lo público viene vinculada a la idea de gratuidad. Todo el mundo asocia lo público con lo gratuito, lo que obviamente ayuda a crear esa favorable aura. Porque a todos nos gusta lo que es gratis, lo que no nos cuesta, lo que no tenemos que pagar. ¿A quién no le gusta que le regalen algo? Pero todo lo que es público, todo, nos cuesta dinero. Nada de lo público es gratis.
Pensadores como Marx, Mises, Gramsci, Keynes, Hayek o Friedman entendían que las ideas de los intelectuales tienen una gran influencia en el mundo. “Los hombres prácticos, que se creen exentos de cualquier influencia intelectual, son usualmente esclavos de algún economista difunto” escribía Keynes en las notas finales de su “Teoría General”.