Entre las actitudes habituales del antiliberalismo más rancio figuran el odio al libre comercio y la idea de que estamos gobernados por una secreta conspiración capitalista. Ha vuelto a florecer a propósito de la Asociación Transatlántica sobre el Comercio y la Inversión (TTIP), el acuerdo entre la UE y EE.UU.
Adam Smith subrayó la importancia de las instituciones para el desarrollo de la riqueza, más que los recursos naturales, y en particular los metales preciosos. Dentro de dichas instituciones figura en lugar muy destacado la propiedad privada: la empobrecedora y sangrienta historia del socialismo prueba que su aniquilación resulta catastrófica en todos los sentidos.