“Los Fundadores de América sabían que la libertad es algo más que solamente garantizar las libertades políticas. La verdadera libertad requiere libertad económica – la capacidad de beneficiarnos de nuestras propias ideas y trabajo, de trabajar, producir, consumir, poseer, negociar, e invertir según nuestras propias preferencias”.
Lágrimas rodaban ayer por el rostro del vicepresidente venezolano Nicolás Maduro cuando anunció que Hugo Chávez, quien durante tantos años fue el líder de Venezuela, había muerto. Es probable que la noticia no sorprendiera a nadie, pues Chávez había estado batallando contra el cáncer durante años y hacía tiempo que ya se pensaba que estaba en su lecho de muerte. De hecho, el líder venezolano no había sido visto en público desde diciembre.
Aunque no sea algo inesperado, el fallecimiento de Chávez tiene implicaciones (algunas potencialmente peligrosas) de gran alcance para Estados Unidos y el resto del mundo.
Algunos antiguos responsables del Partido Republicano están exhortando a la Corte Suprema para que redefina el concepto de matrimonio para toda la nación. Sin embargo, el respaldo al matrimonio como la unión de un hombre y una mujer es esencial para los principios americanos (y conservadores). De hecho, nada podría ser menos conservador que exhortar a un tribunal activista para que redefina una institución esencial de la sociedad civil.