Los acontecimientos en Israel y Palestina se suceden con extrema velocidad. Antes de que nos percatemos, nos vemos sobrepasados por una avalancha de información que desorienta. Por varios días ya, jóvenes palestinos, aparentemente desvinculados de agrupaciones terroristas, han estado atacando a israelíes con piedras, puñales, destornilladores, bombas molotov, y los han embestido con sus vehículos, en un frenesí de violencia radical que preanuncia una nueva, la tercera, intifada.
Nunca desde la crisis de los misiles de Cuba el mundo había estado más cerca del cataclismo como hoy; evitarlo dependerá de la fortaleza de Occidente y de la inteligencia en la selección de los apoyos y del manejo de la diplomacia y la fuerza para que se pueda evitar un conflicto que pueda llegar a adquirir unas dimensiones que no se nos ocurrirían en nuestras peores pesadillas.