Es probable, como numerosos reporteros han especulado anteriormente, que el ISI, la agencia paquistaní de inteligencia, supiera dónde vivía bin Laden. Lo que es inverosímil es que Pakistán cooperara con Estados Unidos para realizar un asalto que avergonzó al Ejército paquistaní y perjudicó las relaciones entre ambos países.
Para nadie es un secreto en América Latina que diversos grupos de activismo radical de izquierda se encuentran cercanos en el terreno ideológico a la postura antioccidental del terrorismo islámico. Infestados por el pensamiento altermundista, neoindigenista y anticapitalista, los principales grupos de izquierda del continente encuentran eco en los discursos de la Hermandad Musulmana de Egipto o en las acciones asesinas del Estado Islámico del Levante (EIIL).
Ni la presión de la comunidad internacional, ni los bombardeos ni las operaciones militares sobre el terreno: el mayor golpe que ha recibido hasta la fecha el Estado Islámico (EI o también ISIS, por sus siglas en inglés) es el histórico e inesperado desplome que ha registrado el barril de petróleo en los últimos meses, ya que la venta de crudo sigue siendo la principal fuente de ingresos de este grupo terrorista.