Si Estados Unidos de verdad quiere conservar sus derechos en el mar, entonces necesita reforzar la única herramienta que ha garantizado esos derechos a lo largo de la historia: una sólida Armada de Estados Unidos. Por desgracia, con el presidente Obama en el cargo, Estados Unidos está viendo su flota disminuida en tamaño y capacidad. Un solitario pedazo de papel no defenderá los intereses de Estados Unidos en el mar y tampoco lo hará el transferir miles de millones de dólares a una autoridad internacional en Jamaica para su redistribución por todo el mundo. La CONVEMAR no debería ser ratificada ni firmada y en su lugar Washington debería volver su atención a asegurarse de que la Armada de Estados Unidos tiene los recursos que necesita para proteger los intereses de Estados Unidos en alta mar.