A principios de este mes, el secretario de Estado John Kerry instó al Congreso para que no respondiera a la mortífera represión del gobierno venezolano contra la oposición democrática de su país. Recientes conversaciones de alto nivel entre el gobierno venezolano e importantes miembros de la oposición han llevado a que el secretario crea erróneamente que esta crisis finalizará pronto.
Los recientes acontecimientos de Venezuela son simplemente las primeras consecuencias de un siniestro plan que se ha expandido rauda e irreverentemente en Latinoamérica.
El eslógan propagandístico “Socialismo del Siglo XXI”, que intenta expresar vaguedades conceptuales muy convenientes a los maquiavélicos fines de la izquierda, ha servido como máscara del poco conocido pero nocivo Foro de San Pablo.
En Estados Unidos, los tribunales a menudo dictaminan el resultado de unas elecciones cuando éstas están muy igualadas, actuando como una herramienta de mediación entre los candidatos, para garantizar así la legitimidad de los resultados. Al final, lo peor que puede suceder es que se declare a alguien como perdedor de las elecciones. Puede que se arruinen las esperanzas y los sueños de algunas personas, pero la vida sigue.
Paralelamente a la asamblea general de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Guatemala, el secretario de Estado John Kerry se reunió con el ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, Elías Jaua, en representación del gobierno de Nicolás Maduro, tan deficientemente democrático, proclive a las crisis, elegido a dedo por el difunto Hugo Chávez y autoproclamado vencedor de las elecciones presidenciales del pasado 14 de abril.