Alberto Nisman era el fiscal encargado de investigar el peor ataque terrorista de la historia de Argentina: el atentado contra la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina), en el que fueron asesinadas 85 personas y más de 300 resultaron heridas. El pasado verano se cumplieron 20 años de la matanza (18 de julio de 1994) y sus responsables siguen sin rendir cuentas ante la Justicia.
La administración Obama quería pagar anuncios para promover Obamacare durante los partidos de fútbol americano de este otoño, pero la organización NFL rechazó la oferta (aunque algunos equipos a título individual han acordado echarle una mano). Pero ¿qué ocurriría si todos los anuncios durante todos los partidos de fútbol americano fuesen de índole política? Pues ese es el caso de Argentina.
Vaya semanita terrible ha tenido el gobierno de Argentina. Todo empezó mal cuando el 1 de febrero la nación fue censurada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) por “cocinar” sus libros de estadísticas y por no informar adecuadamente del descontrol de su inflación, que está devorando el dinero de los argentinos y el de los inversores extranjeros, por un valor de $6,800 millones.
Es hora de que Argentina rinda cuentas, aunque los líderes del Consejo no lo hagan. El verdadero problema, según Moisés Naím, es la “sistémica deficiencia de aprendizaje” que exhiben los líderes argentinos. Si Argentina no va a participar según las reglas internacionales, se le debería negar su condición de miembro en el G-20.