Vaya semanita terrible ha tenido el gobierno de Argentina. Todo empezó mal cuando el 1 de febrero la nación fue censurada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) por “cocinar” sus libros de estadísticas y por no informar adecuadamente del descontrol de su inflación, que está devorando el dinero de los argentinos y el de los inversores extranjeros, por un valor de $6,800 millones.
Es hora de que Argentina rinda cuentas, aunque los líderes del Consejo no lo hagan. El verdadero problema, según Moisés Naím, es la “sistémica deficiencia de aprendizaje” que exhiben los líderes argentinos. Si Argentina no va a participar según las reglas internacionales, se le debería negar su condición de miembro en el G-20.