Los responsables políticos de Estados Unidos deberían comprender la primacía de la libertad religiosa en el orden constitucional americano y trabajar para proteger esa libertad, no para socavarla. Una firme concepción de la religión es un importante sostén para la libertad religiosa — libertad no simplemente para creer o enseñar ciertas doctrinas sino para vivir la fe de cada cual en todos los aspectos de la vida.