Los responsables políticos y los líderes nacionales deberían reconocer el papel tremendamente importante de la fe y la práctica religiosa a la hora de dar apoyo a las familias, incrementar su bienestar e impulsar una sólida sociedad civil. Proteger la libertad de las personas y de las organizaciones para vivir su fe de manera pública (no pisoteando la libertad religiosa mediante coercitivos dictados del gobierno) puede asegurar que más gente disfrute de los beneficios de la práctica religiosa.
La aprobación de Obamacare puso la moral rectora para algunas de nuestras decisiones más personales de salud en manos de los burócratas. Queda muy claro que el sentido de dirección de esta administración está seriamente torcido. Obamacare está rumbo a una colisión frontal con la libertad de los americanos – y una víctima prematura e injusta de ello es la libertad religiosa.
Esta semana, dos universidades cristianas más se han unido a otras instituciones religiosas en la lucha contra ese ataque al sumarse a las demandas contra la administración Obama por imponer, a través de Obamacare, un mandato contrario a la conciencia. La controvertida regulación fuerza a casi todos los empleadores a proporcionar cobertura médica para medicamentos abortivos, anticonceptivos y esterilización sin copago.
La controversial decisión del gobierno federal de imponer a hospitales y entidades educativas de ciertas denominaciones religiosas para que ofrezcan opciones anticonceptivas -incluyendo drogas abortivas- es algo que va en contra de su credo y viola la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos.