Comentaba el periodista y escritor español Javier Reverte sobre el fracaso europeo, “que tiene dos caras: la de un capitalismo que ha vuelto a recuperar sus hábitos de voracidad despiadada y la de una ideología socialdemócrata que no ha sido capaz de sujetar las riendas al desbocado capital financiero”.
Todo el mundo entiende esto: el que paga, manda. Lo inteligente del mensaje antiliberal es, como siempre, el escamoteo de su alternativa. ¿En el mercado, el que paga, manda? ¿Y qué pasa cuando no hay mercado? Según la retórica antiliberal, parece como si, en ausencia del perverso mercado, no mandara nadie.
En América Latina y el Caribe, el viejo debate del siglo XX sobre si formar parte del sistema capitalista global hace tiempo que acabó, siendo sustituido por un consenso virtual acerca de la importancia del comercio y la inversión internacionales. Sin embargo, ha surgido una nueva división sobre cómo abordar el auge de las economías asiáticas.