Hablar del excepcionalismo americano enfurece a algunos progresistas.
Por ejemplo, el tema llevó a Oliver Stone y al profesor de la Universidad Americana, Peter Kuznick, a escribir un artículo en el periódico USA Today en el que decían que en Washington debería haber un muro con “los nombres de todos los vietnamitas, camboyanos, laosianos y las personas del resto de países que murieron [en la Guerra de Vietnam]”. Eso, indicaron, sería “un monumento conmemorativo acorde con todas las víctimas del ‘excepcionalismo americano’, un lápida para uno de los mitos americanos más peligrosos”.
El artículo de opinión de Vladímir Putin publicado en el New York Times es un intento de dirigirse al pueblo americano pasando por encima de sus representantes electos. Para un profesional de la política exterior rusa, constituye también un acto de guerra informativa. Al fin y al cabo, Rusia ve a Estados Unidos como un competidor estratégico, por no decir un enemigo declarado, en la batalla por la influencia geopolítica en Medio Oriente, Europa y el resto del mundo.
Ni Putin ni Obama piensan que Estados Unidos sea excepcional. Para ellos, todos los seres humanos son simplemente ciudadanos del mundo.