Ya es hora de que el Congreso elabore un verdadero presupuesto y no cualquier presupuesto que se les ocurra.
Han pasado cuatro años desde que Estados Unidos tuvo su último verdadero presupuesto. Aunque la Cámara de Representantes ha estado aprobando presupuestos, el Senado le ha puesto freno a cada uno de ellos. En cambio, el Senado, controlado por el líder de la mayoría Harry Reid (D-NV), sí ha tomado medidas temporales y a corto plazo para mantener la financiación del gobierno año tras año.
Sabíamos que el presidente Obama tardaría en remitir su propuesta presupuestaria para el ejercicio fiscal de 2014, pues ayer el secretario de prensa de la Casa Blanca, Jay Carney, despreció en gran medida la fecha límite legal, argumentando a favor del “contenido por encima de los límites de fecha”, en lo que respecta a la valoración del presupuesto del presidente.
Aunque Europa necesita soluciones, desde luego que no debería estar mirando al presidente Obama en busca de respuestas. Durante su mandato, el desempleo ha subido, más gente está desempleada durante más tiempo, los precios del combustible son más altos, el costo del seguro médico ha aumentado, la deuda nacional es mayor, el gasto federal se ha incrementado, más americanos necesitan estampillas de comida, los costos de los regímenes reguladores son mayores, el valor de las casas ha descendido, la recuperación económica de Estados Unidos es históricamente lenta y aunque el gasto federal en educación ha aumentado, los resultados siguen igual de planos.
Como muestra El Gráfico de la Semana, el Plan de Heritage busca reducir el gasto, arreglar la deuda y restaurar la prosperidad. Lo mejor es que lo hace sin subirnos los impuestos. Bastante pagamos ya. Para Salvar el Sueño Americano nos baja los impuestos y frena el gasto desbocado que nos está llevando a la ruina. Pero además de ser un plan de naturaleza económica, “tiene un propósito moral más alto. Si los derechos a beneficios no se reforman, la próxima generación y las futuras tendrán que pagar tasas de impuestos punitivos que pondrán fin a la libertad como la hemos conocido”.
El portavoz de la Cámara de Representantes John Boehner advirtió de que si el Congreso no toma medidas pronto, “Vamos a tener este caos totalmente estancado hasta después de las elecciones. ¿Y quieren hablar acerca de un desastre total? Aquí se está hablando de uno muy grande”. Tiene razón. El pueblo americano no puede afrontar los $494,000 millones del desastre total que supone el Armagedón Fiscal y este verano es el momento oportuno para que el Congreso haga algo para impedirlo.