En mayo de este año, un senador del Partido Demócrata escribió un artículo en el Washington Post pidiendo que se empleara una ley diseñada para luchar contra el crimen organizado contra los científicos que se muestran escépticos frente a la teoría de que estamos ante un cambio climático catastrófico provocado por el hombre.
Una cosa es la exhortación moral del Papa a cambiar personalmente nuestro modo de vida para preservar la casa común y otra muy distinta sus erróneas conclusiones políticas, basadas en la letanía ecologista y no en la ciencia, y en una visión muy peronista de la economía, como ya se pudo observar en su anterior encíclica. Y no hay más que mirar a la Argentina un poco por encima para ver a dónde llevan esas ideas.