En su discurso de ayer el presidente Obama tuvo que caminar en la cuerda floja para balancear la narrativa entre echarse flores por el progreso económico y admitir que los americanos ven una economía débil, estancada apenas salen a la puerta de casa.
Pero hay una explicación más simple y más fáctica: En realidad, los indicadores económicos no son tan buenos.
Cuando uno se centra en un problema en particular, es fácil ver ese mismo problema en todas partes. Gran parte de la izquierda política está actualmente obsesionada con la desigualdad de ingresos, la exclusión de la creación de empleo, la posibilidad de escalar económicamente o la libertad económica. Eso significa que que ven las consecuencias de la desigualdad de ingresos en ciertos casos inverosímiles.
En una vuelta a la teoría y a la política económica de los años 50, el presidente Obama culpó en un reciente discurso a los ricos por concentrar la riqueza y dedicar demasiado poco al consumo: “Es menos probable que la riqueza concentrada en las élites acabe siendo el tipo de gasto del consumidor de amplio alcance que impulsa nuestra economía”
Larry Summers se retiró hace unos días del grupo de nominados para elegir al próximo presidente de la Reserva Federal. El cargo, actualmente ocupado por Ben Bernanke, ejerce un enorme poder sobre los cambios económicos a corto plazo. Malas decisiones de la Reserva Federal pueden provocar una recesión o por el contrario dar impulso a los mercados en poco tiempo. Por ese motivo, la característica más importante de la Reserva Federal es su independencia ajena a los objetivos cortoplacistas de políticos electos.
Hay miles de personas que no se están muriendo de hambre en Míchigan. Este impactante acontecimiento tiene lugar a pesar de una de las peores cosechas que se recuerde. Con la escasa producción recogida en los huertos y campos locales, había quien se temía lo peor. Pero a pesar de la sequía, los supermercados tiene llenos los estantes y además a unos precios razonables.