Resulta demasiado fácil, a la vista de tantos problemas difíciles, bajar los brazos por desesperación. Sin embargo, un vistazo a nuestra bandera, empapada por la sangre y el sudor de los patriotas durante más de 200 años, debería poner remedio a esa tentación. Como nos recuerda el libro de Feulner, el Espíritu Americano goza de buena salud, siempre que estemos deseosos de creer en él y de poner de nuestra parte para cultivar nuestro irreemplazable derecho de nacimiento a la libertad.