El presidente Obama se encuentra ahora con el escándalo de la Operación Rápido y Furioso. A él le corresponde por completo el decidir si quiere estar a la altura de las promesas de transparencia que hizo hace cuatro años o desplegar un velo de silencio que haría sonrojarse al presidente Richard Nixon. Si las trabas continúan y no se renuncia al privilegio, les corresponderá al pueblo americano y a los medios de comunicación exigir el razonamiento para este encubrimiento.
El lunes por la mañana, Washington se despertó con la noticia de que el secretario de Comercio John Bryson se había visto envuelto en una serie de accidentes de circulación en el sur de California en la tarde del sábado y que estaba citado a responder ante la policía por un delito grave de omisión de socorro. Evidentemente, se trataba de una noticia impactante. ¿Realmente se enteró el presidente de Estados Unidos en el mismo momento que el gran público que 36 horas antes su secretario de Comercio había sido hospitalizado? Y si es así, ¿fue su primera preocupación el hecho de que su personal lo había dejado sin noticias de manera innecesaria durante tantas horas?
Hay varias medidas que el Congreso puede tomar inmediatamente, y que el presidente Obama puede respaldar también inmediatamente, que ayudarán a aliviar el dolor que las familias americanas sienten en el surtidor y que crearían crecimiento económico, y de manera importante, empleos. Heritage les ofrece 10 formas.
No podemos seguir repitiendo errores y seguir ofreciendo las mismas políticas fracasadas que convirtieron una ciudad vibrante en una ruina. Si la ciudad se hunde finalmente, será un gran símbolo de la filosofía progre de la gestión del declive a través de la dependencia. Si Detroit tiene éxito, será porque a sus ciudadanos se les ofrecen más posibilidades, más libertad, más trabajos y más oportunidades económicas.