Ryan dice que, en su rol como político, se toma en serio las enseñanzas de su iglesia, especialmente el llamamiento a ayudar a los pobres. Pero no se puede equiparar esta norma moral con el aumento del tamaño del Estado de bienestar.
La doctrina social no es monopolio de un partido político, ni es un imperativo moral que confunde la opción preferencial para los pobres, con una opción preferencial por un gobierno más grande.
Los programas antipobreza del gobierno comparten la equivocada idea de que la pobreza en América es fundamentalmente un problema material que se puede resolver con aumentos de la ayuda social y del gasto de derechos a beneficios. La pobreza en América es a menudo el resultado de un problema de relaciones, como la ausencia paterna o la descomposición de la comunidad, que los programas gubernamentales no pueden abordar adecuadamente.