Con enorme fanfarria, México invistió el pasado sábado a su nuevo presidente. El presidente saliente Felipe Calderón, del Partido Acción Nacional (PAN), entrega las llaves de la presidencia a Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que iniciará así un mandato de seis años.
Cuando sólo restan unas cuantas semanas para que acabe 2012, en Washington todos los ojos están puestos en el Congreso y en las negociaciones sobre el “abismo fiscal”. Como de costumbre, el Congreso y el presidente están alargando demasiado algunas cuestiones realmente importantes antes de llegar a un acuerdo, una situación que nunca termina bien para los contribuyentes.