Mariano Rajoy y los dirigentes que le han acompañado han visto siempre con desprecio aquellas iniciativas políticas que, según ellos, generaban “líos”. Mucho más que un lío es lo que tiene ahora España, a merced del extremismo izquierdista y nacionalista, de acuerdo todos ellos en iniciar el proceso de ruptura de la unidad nacional.
Toca a la presión internacional y a las instituciones del mundo democrático vigilar muy de cerca que la oposición pueda servirse de las prerrogativas constitucionales que ha ganado en las urnas, y que cualquier intento del chavismo por cegar la vía de la legalidad sea denunciado y rechazado con firmeza.