Es un futuro en el que, por decreto, el gobierno federal da nueva forma a una importante industria de Estados Unidos por un objetivo político que costará dinero, empleos y vidas — todo para satisfacer a las facciones ambientalistas de la izquierda mientras se canalizan los dólares del contribuyente a una industria sindicalizada favorecida por Obama.
Los americanos que anoche estuvieran viendo en hora de máxima audiencia el discurso del presidente Barack Obama desde la Sala Este de la Casa Blanca podrían haber pensado que se tropezaban con otra repetición de las cadenas de televisión. En vez de oír noticias de que por fin Washington había acabado con el estancamiento en el asunto del límite de la deuda, la audiencia recibió más de lo mismo por parte de su presidente. Obama todavía no tenía un plan para manejar el exceso de gasto y endeudamiento del gobierno …