La libertad religiosa forma parte de Acción de Gracias tanto como el pavo y el pastel de calabaza. Desde 1621, cuando los Peregrinos llegaron al Nuevo Mundo, hasta 1863, cuando el presidente Abraham Lincoln lo declaró día feriado federal, tanto dar las gracias a Dios como la práctica de la religión se convirtieron en cuestiones de suma importancia.
Comentábamos a principios de esta semana acerca de las formas en las que Obamacare desincentiva el matrimonio y el trabajo. Pero éstos no son los únicos valores tradicionales que socava.
Obamacare va en contra de dos valores que deberían ser absolutamente obvios: priorizar a los ciudadanos americanos sobre los no nacionalizados y priorizar la ayuda a los discapacitados sobre la ayuda a los adultos físicamente aptos.
Se nos dijo que se pretendía que Obamacare fuera compasivo con los americanos en situación de necesidad.
Pero aunque puede que el presidente Obama y sus colegas progresistas tuvieran la mejor de las intenciones al forzar la aprobación de Obamacare en el Congreso, las normativas de esta ley no son para nada compasivas con quienes no tienen seguro médico ni con aquellos americanos con ingresos bajos o modestos.
Como dijo el presidente Obama, se salieron con la suya.
Harry Reid y el Senado controlado por los demócratas consiguieron cambiar las reglas del Senado, de modo que pueden hacer que se apruebe lo que quieran sin tener que preocuparse por que los republicanos practiquen el filibusterismo en su contra.
Hace hoy 150 años, Abraham Lincoln pronunció el mejor discurso de la historia americana. Ante el sangriento cambo de batalla de Gettysburg, Lincoln exhortó a la fracturada nación a dedicarse a la “tarea que aún resta” tras la batalla. En sólo 10 frases (272 palabras en inglés) dejó en claro las trascendentales implicaciones de la Guerra Civil: “que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparecerá de la Tierra”.