El día 23 de agosto, un jurado formado por 13 oficiales de las fuerzas armadas halló culpable al comandante Nidal Malik Hasán del devastador tiroteo ocurrido en Fort Hood, Texas,hace cerca de cuatro años, que dejó a 13 personas muertas y a más de 30 gravemente heridas. Este acto de terrorismo que conmocionó a la nación y a toda la comunidad de las fuerzas armadas de Estados Unidos supone un recordatorio aleccionador de la continua amenaza que representa el terrorismo de origen nacional.
Éste es un día típico en la vida de Jason Greenslate: “Me despierto, bajo a la playa, estoy con mis amigos, flirteo con algunas chicas, empiezo a beber”. También toca en una banda de rock. Y vive de los cupones para alimentos.
No tiene ingresos (no está interesado en tener un trabajo) y come del dinero del contribuyente: $200 mensuales de “dinero gratis”, como él dice. “Todo pagado con el maravilloso dinero de nuestros impuestos”. Duerme en casa de amigos, familiares o con chicas. “¿Por qué no?”, pregunta. De hecho, dice que está “viviendo un sueño”.
La forma de hablar sobre el terrorismo del presidente de Estados Unidos es muy importante. Como expuso recientemente el presidente del Comité de Seguridad Interior de la Cámara, el representante Michael McCaul (R-TX), “Los grandes líderes no les dicen a sus electores lo que quieren oír; les dicen lo que necesitan saber… El pueblo americano merece poder tomar decisiones bien fundamentadas y que no se les oculten las verdaderas amenazas ni minimizar nuestros verdaderos empeños por combatirlas”.