Entre las actitudes habituales del antiliberalismo más rancio figuran el odio al libre comercio y la idea de que estamos gobernados por una secreta conspiración capitalista. Ha vuelto a florecer a propósito de la Asociación Transatlántica sobre el Comercio y la Inversión (TTIP), el acuerdo entre la UE y EE.UU.
Adam Smith subrayó la importancia de las instituciones para el desarrollo de la riqueza, más que los recursos naturales, y en particular los metales preciosos. Dentro de dichas instituciones figura en lugar muy destacado la propiedad privada: la empobrecedora y sangrienta historia del socialismo prueba que su aniquilación resulta catastrófica en todos los sentidos.
En mayo de este año, un senador del Partido Demócrata escribió un artículo en el Washington Post pidiendo que se empleara una ley diseñada para luchar contra el crimen organizado contra los científicos que se muestran escépticos frente a la teoría de que estamos ante un cambio climático catastrófico provocado por el hombre.