Alan Gross podría haber sido vecino suyo. Un americano de la generación de la posguerra al que le encantaba tocar la mandolina y comer semillas de girasol, una persona de gran corazón. Gross escogió un empleo que lo llevó por todo el mundo ayudando a equipar a quienes luchan contra la opresión política y económica. Pero por desgracia, Alan Gross no es su vecino, sino el prisionero de un régimen represivo como el cubano, que niega las libertades.
Con enorme fanfarria, México invistió el pasado sábado a su nuevo presidente. El presidente saliente Felipe Calderón, del Partido Acción Nacional (PAN), entrega las llaves de la presidencia a Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que iniciará así un mandato de seis años.