El lunes por la mañana, Washington se despertó con la noticia de que el secretario de Comercio John Bryson se había visto envuelto en una serie de accidentes de circulación en el sur de California en la tarde del sábado y que estaba citado a responder ante la policía por un delito grave de omisión de socorro. Evidentemente, se trataba de una noticia impactante. ¿Realmente se enteró el presidente de Estados Unidos en el mismo momento que el gran público que 36 horas antes su secretario de Comercio había sido hospitalizado? Y si es así, ¿fue su primera preocupación el hecho de que su personal lo había dejado sin noticias de manera innecesaria durante tantas horas?
Los sindicatos sufrieron una sonora derrota en Wisconsin la semana pasada. Sin embargo, no están para nada fuera de combate. Incapaces de revertir el declive en su número de afiliados con la ley existente, se están saltando el Congreso y están utilizando la Junta Nacional Relaciones del Trabajo (NLRB) para crear un tipo de sindicato completamente nuevo. Una nueva regla, urdida por la junta nombrada por Obama, autoriza la creación de células sindicales (organizando a unos pocos empleados dentro de una compañía para introducirse en la misma) que impactará severamente en las empresas.
En sus ya tristemente célebres declaraciones del viernes, el presidente Barack Obama informó a Estados Unidos de que “el sector privado anda bien”. Por supuesto, esto era una noticia para los 12.7 millones de personas que no tienen empleo y los millones más que están lidiando con los trabajos a tiempo parcial que pueden encontrar o que simplemente han dejado de buscar trabajo. Pero no, no anda bien.