Despilfarrador, ineficaz, fallido.
De todas estas formas han descrito los expertos de la Fundación Heritage los programas públicos que el Congreso va a financiar (con el dinero que tanto esfuerzo le cuesta ganar a Ud.) en su nuevo proyecto de ley ómnibus.
Aquí le mostramos algunos de los grandes fracasos que hay que eliminar o reformar seriamente, pero que en cambio van a recibir millones (o miles de millones) de dólares.
Las historias de terror sobre Obamacare han superado con creces a sus éxitos, incluso en los principales medios de comunicación progresistas. Pero puede que eso cambie pronto ahora que un grupo pro-Obamacare va a recibir $1 millón para facilitar a los periodistas historias más favorables sobre la ley de atención médica del presidente.
En 2009, el presidente Obama amenazó a quienes criticaban Obamacare: “Si tergiversan lo que contiene este plan, los dejaremos en evidencia”.
Pero a medida que fuimos descubriendo Obamacare a lo largo de 2013, estaba claro que el presidente y su administración eran los únicos que estaban tergiversando esta ley. Ahora, Sr. Presidente, lo vamos a dejar a Ud. en evidencia.
No importa el nombre que nos pongamos, ya sea conservadores, progresistas, moderados o de cualquier otra forma, todos deberemos batallar con el tamaño y alcance de un gobierno en constante expansión. Estados Unidos ha alcanzado un punto de inflexión. El gobierno federal ha crecido exponencialmente, no sólo en su gasto, sino en su alcance. El gobierno se inmiscuye en prácticamente cada aspecto de nuestra vida diaria, desde el tipo de inodoro que podemos comprar a la mezcla de combustible que ponemos en nuestro auto, pasando por el tipo de foco …
Aprobar proyectos de ley para averiguar qué contienen… eso era en 2010, ¿verdad? Por desgracia, no.
Es probable que un día de estos el Congreso libere el caballo de Troya de un billón de dólares que es el proyecto de ley de gasto para 2014. Va a ser grande y se va a hacer a la carrera. Y pocos miembros del Congreso se lo van a leer siquiera (si es que lo hace alguno).
Hace cuarenta años, el presidente de Estados Unidos Lyndon B. Johnson declaró en tono desafiante la guerra. No, no era contra el comunismo ni contra las fuerzas comunistas de Vietnam. En su lugar, este texano alto y desgarbado declaró la guerra contra la pobreza. Entre sus comentarios preparados para un Congreso conjunto, Johnson dijo de manera confiada: “…Nuestro objetivo no es sólo aliviar los síntomas de la pobreza, sino curarla y, sobre todo, prevenirla”.