El exsenador Jim Talent (R-MO) apunta que: “La gran ironía de nuestro tiempo es que cuanto más ha crecido el gobierno federal, peor ha desempeñado sus funciones prioritarias de proveer la defensa nacional”. Ahora, después de todo el gasto en estímulo, rescates y los desbocados derechos a beneficios, Estados Unidos está viendo los resultados. El Congreso debe actuar ahora para contener el gasto de forma que pueda garantizar que la capacidad del gobierno de ejecutar su deber principal permanezca intacta.
Pakistán no es ni aliado ni enemigo de Estados Unidos, más bien, Pakistán tiene objetivos de seguridad totalmente diferentes a los de Estados Unidos en Afganistán y en la lucha contra el terrorismo en general. Cuanto antes acepten los políticos americanos esta realidad, Estados Unidos tendrá mayores oportunidades de alcanzar sus objetivos en la región.
Los atentados se produjeron poco después de que Abu Mohamed Adnani fuese nombrado el nuevo líder de al-Qaeda en Irak, representan un intento de reavivar el conflicto sectario entre suníes y chiítas y demuestran que el grupo sigue siendo una poderosa amenaza. Es probable que la campaña de atentados ponga presión sobre el gobierno iraquí para negociar una extensión de la presencia militar de Estados Unidos, a pesar de las reticencias de varios partidos de la coalición en el gobierno iraquí de admitir públicamente que Irak sigue necesitando ayuda sustancial de Estados Unidos en materia de seguridad.
En vez de ir otra vez al pozo keynesiano y confiar en la caridad del Estado, el presidente y el Congreso deben limitar el alcance del gobierno y permitir que los empresarios prosperen. Eso no requiere una gira para escuchar y repartir culpas. Requiere ser un líder y reconocer que las políticas de los últimos dos años y medio no han funcionado y que es el momento de abordar las cosas de otra forma y con un nuevo lenguaje.
Los jueces han ratificado una verdad que los americanos ya saben: Cuando el Congreso aprobó y el presidente firmó la ley Obamacare, ellos estaban excediendo la frontera constitucional. Afortunadamente, las cortes se están manteniendo firmes y ahora toca que la Corte Suprema de Estados Unidos le ponga el alto definitivo.