Entre políticos y académicos, la filosofía keynesiana es lo universalmente aceptado. Sin embargo, sus repetidos fracasos en años recientes han dejado a los americanos buscando una explicación alternativa al keynesianismo y es algo que su sentido común ya les dice a gritos: Gastar no es la vía a la prosperidad económica, ya sea un gasto de $447,000 millones o de $845,000 millones.
Esos masivos incrementos de impuestos son parte del plan del presidente para reducir la deuda descontrolada de la nación, pero en vez de enfrentarse al subyacente problema del gasto, su plan solo servirá para profundizar aún más el lío económico y paralizar las verdaderas reformas que Estados Unidos necesita para ponerse de camino a la cordura fiscal.
Desafortunadamente para los catorce millones de americanos desempleados, el presidente continúa firme en su camino de presentar políticas de grandes gastos para luego centrarse en más impuestos y aún más altos para poder pagar por el gasto. ¿Quién acaba pagando el precio? Los creadores de empleo de la nación y aquellos en la cola del desempleo.
El joven californiano de 17 años Tyler Hinsley les preguntó a los candidatos republicanos: “De cada dólar que yo gano, ¿con cuánto creen Uds. que yo merezco quedarme?”… En otro evento le hicieron la misma pregunta a la demócrata Jan Schakowsky que respondió: “Voy a decirlo de esta manera, Ud. no merece quedarse con todo”.