El portavoz de la Cámara de Representantes John Boehner advirtió de que si el Congreso no toma medidas pronto, “Vamos a tener este caos totalmente estancado hasta después de las elecciones. ¿Y quieren hablar acerca de un desastre total? Aquí se está hablando de uno muy grande”. Tiene razón. El pueblo americano no puede afrontar los $494,000 millones del desastre total que supone el Armagedón Fiscal y este verano es el momento oportuno para que el Congreso haga algo para impedirlo.
Las escaleras (ya sean reales o como símbolo de oportunidad) no impulsan automáticamente a todo el que se sube a ellas. Sólo aquellos que se esfuerzan por escalar alcanzan la parte superior. Cuando el presidente Obama habla de las escaleras de la oportunidad y del éxito, realmente parece tener en mente unas escaleras mecánicas: la gente simplemente se sube y todos llegan al mismo lugar sin esfuerzo.
Es hora de que Argentina rinda cuentas, aunque los líderes del Consejo no lo hagan. El verdadero problema, según Moisés Naím, es la “sistémica deficiencia de aprendizaje” que exhiben los líderes argentinos. Si Argentina no va a participar según las reglas internacionales, se le debería negar su condición de miembro en el G-20.
Heritage ha creado su propia versión de “Julia” titulada Una mejor vida para Julia y en ella muestra cómo las personas se beneficiarían con reformas conservadoras como las del plan Para Salvar el Sueño Americano de la Fundación Heritage. La visión conservadora del futuro de Julia es una que faculta al individuo, no una que une sus éxitos a la expansión del gobierno federal.
Si la mano de obra de alguien produce en torno a $8 la hora, ningún empleador lo contratará por más de esos ocho dólares. La empresa perdería dinero y pronto tendría que cerrar. Subir el salario mínimo hasta $9.80 la hora, como el senador Tom Harkin (D-IA) sugiere, pondría a muchos trabajadores sin experiencia fuera del mercado laboral.
Así que cuando Armendáriz habló de “crucificar” a las compañías petroleras y gasíferas, no fue una sorpresa. Su crimen fue decir lo que el resto de la administración Obama (incluido el presidente) ha estado pensando y haciendo todo este tiempo. La semana pasada, Armendáriz se disculpó y calificó sus comentarios como “una manera ofensiva e imprecisa de reflejar nuestras iniciativas para tratar las potenciales violaciones de las leyes medioambientales de nuestra nación”. De hecho, aunque sus palabras fueron gráficas, también fueron demasiado acertadas pintando la situación. La administración Obama tiene una obvia agenda política que no se centra en hacer cumplir las normas, sino en atacar de forma vengativa a una industria que no se adecúa a su agenda verde, incluso aunque los americanos dependan de las compañías petroleras y gasíferas todos y cada uno de los días.