El joven californiano de 17 años Tyler Hinsley les preguntó a los candidatos republicanos: “De cada dólar que yo gano, ¿con cuánto creen Uds. que yo merezco quedarme?”… En otro evento le hicieron la misma pregunta a la demócrata Jan Schakowsky que respondió: “Voy a decirlo de esta manera, Ud. no merece quedarse con todo”.
Ha pasado una semana desde que el presidente Barack Obama anunciara su último plan de “estímulo” y, a pesar de su gira a través del país con la intención de vender sus propuestas al pueblo americano, el comandante en jefe se está encontrando con que su mensaje de más impuestos y gastos no convence. Entre tanto, el presidente del Comité de Presupuesto de la Cámara de Representantes, Paul Ryan (R-WI), ha detallado una forma marcadamente distinta de ayudar a que la economía de Estados Unidos regrese por sus fueros.
Lo que el presidente Obama llama un plan de “trabajo” es en realidad la reedición del estímulo, al más típico estilo keynesiano, de infraestructura, construcción de escuelas, pago de maestros, subvención por desempleo y suspensiones temporales de impuestos que manifiestamente han demostrado su fracaso en los dos años y medio desde la Ley de Recuperación de los $825,000 millones.
Hace dos años, el presidente Barack Obama era audaz en su optimismo acerca del crecimiento del empleo en Estados Unidos, prometiendo que sus planes de gasto del paquete de estímulo crearían tres millones de puestos de trabajo para finales de 2010. No funcionó, el déficit de empleos de Obama está ahora en 6.7 millones de puestos de trabajo.
¿Se pregunta a quién hay que culpar de la estancada economía de hoy? No mire más allá de la Casa Blanca para saber dónde debería acabar la cadena de responsabilidad. Aunque el presidente Barack Obama levanta su dedo acusador constantemente para echarle la culpa a otros por los males de la economía nacional, sus políticas tienen la culpa de que la economía de Estados Unidos no vuelva por el buen camino.