En septiembre, el presidente Obama debe pronunciar un discurso en el que desvelará un nuevo plan para crear empleos y hacer que la economía de Estados Unidos crezca otra vez. El problema es que el plan probablemente estará diseñado con las mismas nociones que produjeron las políticas que han llevado a la economía de la nación donde está hoy. Si Estados Unidos no desea seguir con déficits y desempleo sin fin, entonces hace falta una nueva agenda.
Estados Unidos es líder empresarial a nivel mundial. Sin embargo, sus altos impuestos a las empresas aumentan la dificultad de las empresas para competir a nivel internacional en esta era de la globalización. La inversión privada en Estados Unidos puede ser mayor si se reduce el impuesto sobre sociedades.
Los Fundadores de América sabían que la libertad es algo más que solamente garantizar las libertades políticas. La verdadera libertad requiere libertad económica – la capacidad de beneficiarnos de nuestras propias ideas y trabajo, de trabajar, producir, consumir, poseer, negociar, e invertir según nuestras propias preferencias.
En vez de ir otra vez al pozo keynesiano y confiar en la caridad del Estado, el presidente y el Congreso deben limitar el alcance del gobierno y permitir que los empresarios prosperen. Eso no requiere una gira para escuchar y repartir culpas. Requiere ser un líder y reconocer que las políticas de los últimos dos años y medio no han funcionado y que es el momento de abordar las cosas de otra forma y con un nuevo lenguaje.