El país ha experimentado enormes cambios de seguridad nacional en nuestro devenir desde el 11 de septiembre de 2001. Ha habido una serie de éxitos. Sin embargo, los mayores desafíos siguen allí. Es decir que tenemos que superar los retos asociados con la centralización, la autocomplacencia y la política si hemos de mantenernos a la vanguardia en la guerra contra el terrorismo.
Aunque la nación ha tenido éxito desbaratando los intentos de al-Qaeda contra Estados Unidos, esas victorias han llegado como resultado de toda una década a la ofensiva en la guerra contra el terrorismo. Ahora, sin embargo, la administración Obama está cambiando el rumbo con su nueva Estrategia Nacional de Contraterrorismo.
Sea de que se trata de la publicación retardada del informe 2011 sobre las fuerzas armadas chinas y los desarrollos en seguridad que prepara el Departamento de Defensa (DOD) o de las declaraciones del vicepresidente Joe Biden con respecto a los derechos humanos en China, queda cada vez más claro que la administración Obama tiene una visión totalmente incoherente de la República Popular China.