Además, a medida que la guerra en Afganistán se acerca a su undécimo año, Estados Unidos sigue confiando de manera en el apoyo de sus socios del mundo anglosajón. Mientras que Gran Bretaña, Australia y Canadá han estado codo a codo con Estados Unidos en esta guerra –una misión autorizada por la ONU y la OTAN— otros aliados europeos se han mantenido al margen y han dejado que los demás llevan la carga.
Tanto si se trata de terremotos como de ataques terroristas, Estados Unidos debe estar preparado ante las amenazas al territorio nacional. Pero acertar con los sistemas y respuestas de seguridad interior está entre los más difíciles problemas para Washington. El exceso de centralización, la omnipresente complacencia y el arraigado politiqueo se interponen a la hora de conseguir una seguridad interior más efectiva. Ahora es el momento de que Washington se asegure de hacer lo correcto en vez de esperar a que golpee la catástrofe.
Nos dieron un gran susto en Washington DC hoy, ha sido bastante atemorizante. Lo suficiente como para recordarnos que debemos estar mejor preparados para los grandes desastres. En un estudio hecho por la Fundación Heritage, hay un hallazgo clave y es que FEMA ha estado cada vez más distraída de su obligación de preparación para desastres de gran magnitud.
Mientras la NASA envía sus transbordadores a los museos, China está haciendo grandes adelantos en su programa espacial — están en marcha los preparativos para el lanzamiento de un laboratorio espacial chino en las próximas semanas. Estos progresos están empezando a amenazar la superioridad espacial de Estados Unidos, la capacidad de la nación de apoyar a sus amigos y aliados y de disuadir la agresión.