La OEA, con Estados Unidos y los auténticos partidarios de la democracia representativa (incluido, esperemos, un Brasil aunque con inclinaciones izquierdistas), deberían trabajar para reconducir la situación hacia unas elecciones libres y justas y aunar el respaldo y el consenso interno dentro de Paraguay para una transición no conflictiva hasta las elecciones así como hacia la restitución del orden y la estabilidad en un país con problemas en su democracia.
Las persistentes diferencias junto a un débil desempeño del presidente Obama en la Cumbre de Cartagena debería llevar a las autoridades americanas a anunciar una suspensión de actividades o una revisión del costoso proceso de la cumbre. Si Estados Unidos no puede hacer que la OEA trabaje en pro de sus intereses, entonces la Cumbre de las Américas nos queda demasiado lejos.
Respaldar organizaciones internacionales no carece de consecuencias. Es una carga, aunque a veces es una carga que vale la pena. Pero negarse a reconocer las limitaciones de las organizaciones internacionales y su potencial para causar daños perjudica al pueblo americano que a menudo paga por la mayor parte de las actividades de organizaciones internacionales, tanto por las beneficiosas como por las perjudiciales.