Al instar en 1788 a los delegados a que acudieran a una convención en Nueva York para ratificar la Constitución de Estados Unidos, Alexander Hamilton puso el énfasis en la principal fortaleza de la nueva Constitución: “Aquí, señor, gobierna el pueblo”. El gobierno federal deriva su mandato del pueblo americano: Ud. manda. Exprese su voluntad: Vote.
Con millones de americanos acudiendo hoy a depositar sus votos y las últimas encuestas mostrando todavía que estamos ante una contienda igualada, todos deberíamos esperar que cualquiera que sea el candidato vencedor de las elecciones presidenciales, lo haga con un margen decisivo e indiscutible. De otra manera, nos podríamos enfrentar a polémicos recuentos, a litigios sin precedentes y a un largo retraso para poder saber quién será nuestro próximo presidente.
¿Qué piensan realmente los americanos sobre los inmigrantes? Considere el caso del sargento Dan Zapalski, que mientras se preparaba para entrar en batalla, su coronel lo reprendía por actuar como un “idiota polaco…típico de todos los americanos de primera generación, estúpidos y sensibles, poco prácticos y razonables, además de molestos”.
A la hora de explicar cómo sus normativas ayudarían a las personas pobres y desfavorecidas, puede que los conservadores se parezcan demasiado a un equipo de fútbol americano que va directo hasta la línea de una yarda y justo entonces se arrodilla. Sus pétreos principios y normativas los impulsan, pero no dan el último pasito extra y explican cómo esas normativas ayudarían a todos los americanos, especialmente a aquellos que han tocado fondo y que son los que más necesitan que les echen una mano y les ofrezcan una salida.