Fue un sorpresón, pero de los buenos. Tan cantada estaba la victoria que cuando la mayoría de colombianos que participaron en el plebiscito rechazaron el acuerdo de paz negociado entre el presidente Juan Manuel Santos (reciente ganador del Premio Nobel de la Paz) y las narcoguerrillas comunistas de las FARC, el país se quedó de piedra. Y semanas después aún no ha salido del limbo.
Esos intelectuales han sembrado la semilla de la desesperación en una gran caja de resonancia occidental. Desde los atentados del 11 de septiembre hasta las más recientes matanzas en suelo europeo, los occidentales asesinados son presentados como simples víctimas colaterales de una guerra entre “el sistema” y los parias de la Tierra, que sólo están reclamando su lugar en la mesa.