El debate sobre la ley SOPA está ya entre los más intensos y polarizantes que tienen lugar en Washington — y con mucha razón. Con las preocupaciones por la libertad de expresión y la seguridad en Internet como el foco de la atención, los legisladores harían bien en buscar otras opciones cuando vuelvan en enero.
En los pasados diez años, Estados Unidos ha dedicado significativos recursos para el desarrollo de una estrategia de contrainsurgencia para combatir los enemigos no tradicionales sobre el terreno. Como ha mostrado el escándalo global de la publicación no autorizada de materiales gubernamentales clasificados en el sitio web de WikiLeaks, es hora de una estrategia de contrainsurgencia también en el ciberespacio.
Las consecuencias de la ciberguerra son demasiado terribles para que Estados Unidos espere a aprender de los errores. Si empezamos a perder las ciberbatallas frecuentemente, puede significar el final de Estados Unidos tal como lo conocemos. La seguridad de los datos de un país es un arma virtual y estamos indefensos sin ella.