Los países escandinavos, tan progresistas ellos, creando tendencia una vez más. Esta vez es Dinamarca, cuyo gobierno socialdemócrata quiere acelerar la desaparición del dinero en efectivo para que en pocos años todas las transacciones, hasta las más pequeñas en bares o taxis, se hagan con tarjeta. La principal excusa es, naturalmente, acabar con la economía sumergida, eufemismo que oculta el afán de recaudar más impuestos. Debe de ser que se pagan pocos…
No parece que haya ninguna faceta de la vida humana que haya escapado sana y salva de este gobierno progresista, ya que carece del principio inherente de la limitación. Si la obesidad o la salud son cosas que el pueblo americano no se toman lo suficientemente en serio, es trabajo del gobierno dar un paso adelante y obligar a que nos preocupemos. O si este no puede obligar con ese propósito, al menos impedirá que elijamos “incorrectamente”.