Syriza ganó las elecciones griegas del domingo. La mayoría de los que deseaban un triunfo arrollador de Alexis Tsipras son de izquierdas, lo cual guarda cierta coherencia. Sin embargo, también los hay de derechas, mejor dicho, de extrema derecha, como es el caso de Marine Le Pen, quien ha dicho que confía en que Syriza gane para que la UE, digamos, se vaya al demonio.
La crisis de la eurozona nos ha proporcionado un experimento natural sobre cómo abordar una grave recesión. Y los resultados de ese experimento no han beneficiado la simplista visión keynesiana de que la solución es más y mayores préstamos. Los altamente endeudados países del sur de Europa decidieron operar con grandes déficits fiscales como consecuencia de la crisis y ahora afrontan agobiantes cargas de deuda así como unos mercados laborales que siguen siendo poco competitivos.