¿Que el Estado Islámico está actuando a la defensiva y a punto de perder? De hacer caso a los mandos militares estadounidenses, la respuesta sería que sí. Como poco, es una vergüenza que ningún militar en activo esté dispuesto a admitir lo evidente: que estamos perdiendo frente al Estado Islámico, no ganando.
Ni la presión de la comunidad internacional, ni los bombardeos ni las operaciones militares sobre el terreno: el mayor golpe que ha recibido hasta la fecha el Estado Islámico (EI o también ISIS, por sus siglas en inglés) es el histórico e inesperado desplome que ha registrado el barril de petróleo en los últimos meses, ya que la venta de crudo sigue siendo la principal fuente de ingresos de este grupo terrorista.
No es ninguna broma, pero el Califato que ha declarado el líder espiritual del EIIL, conocido por su nombre de guerra Abú Bakr al-Bagdadi, ocupa ya una extensión mayor que la Florida y sigue creciendo con el paso de los días a pesar de los bombardeos. El Estado Islámico es más que un grupo terrorista, es un ejército, cuenta con una población afiliada por convicción o por miedo y controla un territorio.
El EIIL (Estado Islámico de Irak y el Levante) no es sólo el grupo terrorista de moda. Se trata de un exitoso y gigantesco movimiento con una filosofía apocalíptica y nihilista. Cuando dicen “conviértanse, únanse a nosotros o mueran”, no sólo lo dicen, sino que lo materializan con espantosas consecuencias.