Los cupones para alimentos fueron un popular tema de conversación el mes pasado, cuando el Congreso debatía el proyecto de ley agraria. Este programa de la época de la “Gran Sociedad” del presidente Lyndon B. Johnson, con décadas de antigüedad, necesita de muchas reformas por al menos siete razones:
Los líderes de la Cámara de Representantes parecen querer engañar al público americano e incluso a sus compañeros miembros de la Cámara.
La Cámara separó el programa de cupones para alimentos de otros programas relacionados con la agricultura – se trata de una magnífica noticia. Sin embargo, no hizo ni una sola reforma. Aunque eso no es lo peor.
En 1996, prometió Bill Clinton que “haría que la asistencia social fuese lo que se suponía que tenía que ser, una segunda oportunidad, no un modo de vida”. Se refería a su histórica reforma de la asistencia social que ayudo a sacar de la pobreza a muchos americanos. Uno de los programas reformados fue el de los cupones para alimentos.
Para todo aquel que esté preocupado con el tamaño del déficit y la deuda, el jueves trajo una buena noticia desde Washington: La Cámara de Representantes de Estados Unidos rechazó el proyecto de ley agraria que representaba un gasto de casi un billón de dólares. Pero aunque es una victoria, es sólo una temporal porque no significa la muerte de la ley. En el Congreso de Estados Unidos, los proyectos de ley no aprobados son como zombis: Muertos vivientes a los que reaniman cuando uno menos se lo espera.
Nuevos y escalofriantes detalles surgieron ayer acerca del escándalo de los seguimientos realizados por el IRS, cuando los representantes de seis grupos conservadores testificaron ante el Congreso sobre el control y las exigencias a las que se enfrentaron debido a los burócratas de la administración Obama.