Los Fundadores de América sabían que la libertad es algo más que solamente garantizar las libertades políticas. La verdadera libertad requiere libertad económica – la capacidad de beneficiarnos de nuestras propias ideas y trabajo, de trabajar, producir, consumir, poseer, negociar, e invertir según nuestras propias preferencias.
El énfasis del Tea Party en la libertad individual y el gobierno constitucional ha dado lugar a un importante cambio de paradigma en la política doméstica. Un cambio como ese es necesario también en la política exterior. En resumen, el Tea Party puede y debería ayudar a moldear el papel de Estados Unidos en el mundo. Sin embargo, es sólo comprendiendo correctamente los fundamentos de política exterior establecidos por los Fundadores que el Tea Party puede abogar con éxito por un enfoque compatible con los principios fundacionales de Estados Unidos.
Aunque Estados Unidos no tuvo una fundación cristiana en el sentido de la creación de una teocracia, su fundación fue profundamente moldeada por verdades morales cristianas. Más importante aún, creó un régimen que daba la bienvenida no sólo a cristianos sino también a los practicantes de otras denominaciones religiosas.
Gracias a los sacrificios y la valentía de esa gente y de los que defienden este país con sangre, es posible disfrutar de libertades y oportunidades en Estados Unidos. Es precisamente por eso que tenemos que apreciar y defender la libertad. Sólo así podremos asegurar que futuras generaciones de americanos tengan la fortuna como nosotros en vivir en este hermoso país.
Los principios enunciados en la Declaración de Independencia son las normas por las que todos los gobiernos (no sólo del gobierno de Estados Unidos) deberían ser instituidos y juzgados. Estados Unidos es la única nación que se cimienta explícitamente en los principios de la igualdad humana y los derechos naturales, pero estos principios son aplicables a todos los hombres y a todos los tiempos, como dijo Lincoln.